ESCULTURAS DE DALÍ
ESCULTURAS DE DALÍ
El genio de Salvador Dalí se expresa no sólo en la pintura, sino también en la escultura, la escritura, la ilustración, la puesta en escena y el diseño de joyas.
Su pasión por la escultura nació en 1934 cuando, inspirado por las imágenes iconográficas más famosas creadas durante su vida, se dedicó a la escultura tridimensional. De hecho, el simple lienzo ya no podía contener el ingenio del artista, que alcanzó su máxima expresión con la tridimensionalidad. Fascinado por la escultura, Salvador Dalí dio a luz una serie de objetos surrealistas realizados con la técnica de fundición a la cera perdida. Esta técnica se basa en la creación de un modelo de cera que sirve para hacer un molde, en el que se vierte el bronce fundido. Este no fue el único material que Dalí utilizó para sus creaciones, de hecho, gracias a la elaboración de vidrio coloreado, pudo crear una de las colecciones de esculturas más singulares del mundo. Los primeros objetos de vidrio de los años 60 y 70 fueron el resultado de una colaboración artística con el famoso cristalero francés Daum Cristallerie. Dalí creía que la pasta de vidrio era una "expresión de la metamorfosis", una herramienta perfecta que encarnaba su percepción, una realidad surrealista.
SYMBOLOS DE DALÍ
Muchos artistas han utilizado elementos recurrentes en su obra hasta considerarlos parte integrante de su expresión. El pintor catalán a menudo retrató imágenes de ellos como un espejo de sus pensamientos y experiencias de la infancia. Las teorías de Sigmund Freud fueron una fuente de inspiración constante en su comunicación artística. El tema más famoso que Dalí eligió para sus obras fue el reloj blando. El artista creó las esculturas-reloj basándose en uno de sus cuadros más famosos, "La persistencia de la memoria". Con estos relojes blandos, Dalí demostró que el tiempo no es inmutable y estático, sino que tiene un valor flexible e ilimitado. Otros elementos que se convirtieron en símbolos dalinianos son los elefantes, animales representados en varias pinturas que, tanto en lienzo como en forma de escultura, se representaban con patas largas y delgadas, enfatizando así la brecha entre fuerza y fragilidad. El artista creó así una sensación de irrealidad, mostrando la idea de ingravidez con una estructura.
Otro símbolo en las obras de Dalí son las hormigas, que indican la decadencia del hombre, recordándonos la precariedad de la vida y, por tanto, de la muerte. También representan el deseo sexual.
Los huevos también son una constante en la obra de la artista, ya que simbolizan el periodo prenatal y ultrauterino, destacando la esperanza y el amor de una nueva vida. Los huevos también simbolizan la dualidad de la idea de Dalí: el exterior rígido y el interior blando. Este dualismo es también típico de los queridos caracoles de Dalí, que están vinculados a su encuentro con Freud. El artista estaba fascinado por su particular geometría y los asociaba con el lento paso del tiempo. En "Muletas dalinianas" encontramos el concepto de apoyo, de la incapacidad de un ser débil para mantenerse a sí mismo. En el simple objeto de la muleta, Dalí vio un símbolo de los valores humanos. Otro elemento que el artista extrajo de las teorías de Freud son los cajones, que simbolizan los secretos, los recuerdos y el subconsciente que cada uno de nosotros debe explorar. Cuando el cajón está abierto indica que no hay nada más que revelar, si está cerrado, el misterio permanece.
“La pintura es una parte infinitamente diminuta de mi personalidad.”